¿Por qué no se favorece el acceso de las pequeñas gestoras de fondos al mercado?

¿Por qué no se favorece el acceso de las pequeñas gestoras de fondos al mercado?

Rafa Peña

22 de junio de 2022

04:15 minutos de lectura

 Artículo de Rafael Peña para Citywire.

 

Tras algunos años dedicados a la gestión de fondos, principalmente en dos tipos de entidades, bancaria e independiente, mi trabajo ha tenido una base común, pero también aspectos diferentes, especialmente, en la actividad de comercialización de los fondos. Voy a tratar de analizar dichos aspectos y su influencia en el único objetivo que debemos tener los gestores, maximizar la rentabilidad.

Siempre me ha llamado la atención una entrevista a un colaborador de Steve Jobs que vi hace tiempo, en la misma le preguntaban al invitado por la mayor virtud del famoso empresario y gran innovador. Sin ninguna duda, afirmaba que era su capacidad de estar concentrado, to be in focus. Y explicaba que esta actitud la definía de la siguiente forma: levantarte por las mañanas con diez cosas interesantes que hacer pero limitarte a hacer solo las que te llevan hacia tu objetivo.

Las diferencias entre gestoras grandes y pequeñas, que normalmente coinciden con la gestión de fondos grandes y pequeños, no son muchas a priori. En cambio, el mercado, y especialmente los selectores de fondos de las entidades distribuidoras, sí le dan una gran importancia al tamaño de los fondos en sus procesos. De hecho, a pesar de tratarse de una actividad regulada, auditada, y monitorizada de una forma intensa, las entidades distribuidoras limitan o minimizan la comercialización de fondos pequeños de forma habitual. En mi opinión, el aspecto que, en cambio, sí se debe tener en cuenta de forma previa para excluir un fondo en interés del partícipe, es la liquidez de los activos que conforman la cartera del fondo. De hecho, en los procesos de due dilligence a los que habitualmente se someten las gestoras, es uno de los ratios que se evalúa y debe alcanzar un mayor protagonismo. Las experiencias históricas con activos ilíquidos no son buenas, y sin ser una situación habitual, con el paso del tiempo y la madurez alcanzada del sector, hay muchos partícipes que se han visto atrapados en fondos que han tenido que ser suspendidos durante periodos de tiempo como consecuencia de la imposibilidad de vender los activos que componen su cartera.

Nuestra experiencia al comercializar el fondo independiente que gestionamos desde hace más de dieciocho años, es que la necesidad de fondos de gran tamaño responde a limitaciones operativas de las grandes redes y, por tanto, no está alineado con el objetivo de maximizar la rentabilidad. El veto hacia las gestoras pequeñas, en función del volumen total gestionado, no tienen en cuenta la normativa que están obligadas a cumplir, ni la bondad que supone el hecho de que la propiedad de la gestora o el patrimonio de los gestores este invertidos en los fondos que gestionan. Esta situación parece contradictoria con la valoración general que existe en otras actividades empresariales con el emprendimiento y con la alineación de intereses que supone que los gestores de unas empresas inviertan su dinero en su propia empresa.

El buen funcionamiento de las instituciones de inversión colectiva y el hecho de que los fondos de inversión sean productos fuera de balance, no son suficientes para que los miembros más grandes del mercado puedan confiar en la regulación y su aplicación como un territorio común para comparar de forma cualitativa la gestión de las carteras de los fondos que comercializan.

Favorecer la calidad del servicio y el acceso de las entidades pequeñas a un mercado orientado a la competencia alrededor de la calidad, es el gran déficit al que nos enfrentamos. Los mínimos que se están exigiendo, a nivel gestora y fondo, dejan fuera del radar a fondos que lo están haciendo bien y, sobre todo, reducen la alineación de intereses hacia la optimización de la rentabilidad. En un país en el que el peso de la banca en la distribución de IICs es muy superior al de los países de nuestro entorno, y donde la captación de fondos para los gestores nuevos o antiguos es una tarea difícil, allanar este camino, es la base para mejorar la calidad de los productos que llegan a familias y empresas.

Desarrollamos nuestra actividad en un entorno muy bien diseñado para proteger la seguridad de los partícipes: el papel de los depositarios, el permanente reporting al regulador son, entre otros aspectos, la base de la citada seguridad. Y ahora debemos avanzar hacia la competencia en la calidad de gestión para consolidar una industria en un mercado tan competitivo como es la gestión a nivel global. Medir de forma comparada la calidad de los productos que se venden es una tarea relativamente sencilla, existen reputadas empresas que valoran la calidad de los fondos que se venden en nuestro país y se puede comparar con los mismos datos de los países de nuestro entorno. Una buena  síntesis podría ser que los fondos más vendidos en cada categoría fuesen los más rentables, pero debo reconocer que se debe ampliar este análisis e introducir la consistencia como complemento indispensable. Los asesores y selectores tienen un complicado trabajo en cualquier caso, ya que deben tener en cuenta variables no comentadas en este artículo que, sin duda, aplican habitualmente y que exigen un esfuerzo muy cualificado .

El retraso crónico de la tantas veces anunciada plataforma de BME para la compraventa de fondos supone una oportunidad perdida para el sector en España. Parece incomprensible que un inversor no cualificado pueda comprar una pequeña empresa cotizada con baja liquidez y en cambio no pueda comprar participaciones de un fondo de inversión UCITs con liquidez diaria.

 

 

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23 de febrero de 2022

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Los fondos de inversión tuvieron su despegue en España, en términos de volumen, durante los años 90. Hubo diversas razones para que se produjese el movimiento del ahorro de familias y empresas desde depósitos bancarios hacia este tipo de productos. Entre otras causas, destacaría la bajada de tipos de interés, que se produjo en los años anteriores al nacimiento del euro y que tiene como consecuencia la reducción de los márgenes de intermediación para las entidades financieras. Otra razón de peso fue el hecho de que los productos fuera de balance producen una importante mejora del retorno de capital para las entidades financieras. La consecuencia final fue un sistema financiero más solvente y rentable.

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