A tener en cuenta el próximo 23-J

Rafa Peña

18 de julio de 2023

1 min de lectura

Las cuestiones a considerar como gestores con un mandato multiactivos tan determinado como el nuestro realmente no han cambiado durante las últimas tres décadas, sin duda el cambio estructural se produjo tras la integración de España en el euro y la armonización de tipos de interés. Las devaluaciones, y en general la crisis cambiaria europea, que antecedieron al primer cambio de gobierno PSOE-PP en la década de los 90 nos recuerdan la transformación de la economía española. 

 

La seguridad jurídica es el condicionante de mayor importancia, aunque cuestionado en nuestro país en la batalla política, a día de hoy dentro de la UE su importancia es menor y solo se considera en análisis de largo plazo o estructurales.

La sostenibilidad de la deuda pública tampoco ha sido parte importante del debate y parece que los mercados no reflejan ninguna tensión destacable. Los diferenciales de tipos de interés de los bonos de gobierno no han tenido un comportamiento que nos indique que los agentes económicos hayan reducido riesgo para enfrentarse a las elecciones. 

 

Menos entendible es que el debate político se aleje de básicos como el efecto condicionante del servicio de la deuda en el proceso de subida de interés de los últimos meses y, aún peor, el posible cambio del BCE en su política de compra de activos iniciada en 2011 con la crisis de la deuda periférica. Para nosotros no asumir riesgos financieros no retribuidos correctamente es una máxima, y recomendamos evitar los activos de gobierno a largo plazo. En los activos de renta fija a corto plazo encontramos interesantes rentabilidades frente a los activos a largo plazo, pero debemos empezar a ver si el riesgo país se recoge en los actuales diferenciales de los miembros del euro.

Esperemos que en próximas elecciones se cuestione la política económica atendiendo a cuestiones como, el déficit por cuenta corriente, que los países tenemos herramientas para luchar contra la inflación o no perder competitividad. Por último también esperemos que los gestores no tengamos que valorar nunca una posible fragmentación de la economía euro con diferentes curvas de tipos de interés que dejaría muy herido el proyecto europeo.

 

 

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